Buenos días hermanos...hace un año atrás escribí un texto con el fin de compartirlo con ustedes. Pero nunca fue publicado, ni mostrado a nadie. Es una historia escrita en verso y prosa...
24 de julio
"Estoy en un precipicio,
la antorcha se apagó.
No hay luz ni sombra,
no hay suspiros ni sollozos.
Siento correr agua,
hay una vertiente un poco más allá del túnel,
pero está sucia.
El sonido que retumban las gotas es espeso,
es lodo que amortigua el engaño
de la suciedad rígida en mi boca.
Dejo mi escudo y mi espada en el suelo. El yelmo me aprisiona, no siento la virtud de sobrevivir.
Y al quitarme la armadura logro ver las estrellas sobre mi.
El silencio de sus voces me llaman, las siento tintinear en mi corazón, mas no en mi alma que descanza junto a mis vestiduras blancas.
Jamás dijeron que esta guerra sería fácil, mucho menos que no moriríamos en el intento. Aceptamos servir cuando supimos que el enemigo era aliado de lo que nos oprimía y ahogaba. Que en su ejército habitaba la rutina, la enfermedad, la corrupción y misterios infructuosos.
Decidimos tomar las nuevas ropas y armazones que nos ayudarían a pelear. Eramos como grandes palomas blancas volando en forma de "V", y después de cada dormir del sol, lavábamos nuestras vestiduras a la luz de la luna. No para volver a ensuciarlas, sino para retarnos a permanecer con ellas mas tiempo sin necesidad de blanquearlas constantemente.
Pero el polvo permanece en el aire, y en cada pisada la tierra se levanta, en cada corrida el barro salpica, y terminamos indefensos hasta volver a estar limpios.
Sabíamos que al no hacerlo nos confundirían con las túnicas negras de los jinetes a caballo que cabalgan al rededor de nosotros.
No es fácil mantenerse blancos, ya negros, las manchas se confunden con el crugir nocturno y el vacilar de sus harapos.
Pero aquella noche cayó la luz repentinamente mientras dormíamos. Nos atacaron....
Llegaron con vino y sangre, y la derramaron injuriosamente por las arenas. Nos tentaban hasta satisfacernos de placer. Tuve miedo. Me escondí en este pozo y me quité las armaduras para protegerlas de las manchas. Pero mi cuerpo se ensuciaba cada vez más.
25 de julio
Olvidé que la ropa tarde o temprano debía ponermela. Y esperé que las manchas de vino se secaran. Me vestí y me vi salvo. Al salir, mis ropas eran blancas.
Dichoso de mi clandestina empresa, me reuní con mi hueste.
Poco a poco noté que las manchas que habían en mi piel se traslucían a través de la seda y el metal. El vino que bebí en la noche delataba mi agravio.
El REY se posó delante de mi, alzó sus manos y notó que era el único que estaba manchado.
Creí esconderme para ocultar mi deslealtad. Ingenuamente pensé conocer sus límites, y juré ignorante, que el metal sería tan firme que no me traicionaría.
En cambio traicioné el propósito de mi lucha, y siendo el único,
lloré amargamente."
Ditd